Fotos: Lorenzo Crespo Silveira
Caimanera no es un pueblo costero cualquiera. Eso es algo que queda claro desde el mismo momento que para entrar necesitas tener un pase oficial del Ministerio del Interior.
Es zona restringida, y no por que allí el calor y el sol parecen más insoportables que en el resto de la provincia, sino por ser la vecina más cercana de la Base Naval que como pedazo cubano amputado a la fuerza, mantienen ilegalmente los yanquis en la entrada a ambos lados de la bahía de Guantánamo, la más crecida en tamaño y mejor ubicada de las del sur de Cuba, y la tercera con forma de bolsa más grande de nuestro planeta.
Camino a este marino poblado, hay que traspasar infranqueables puntos de control militar, y ya en las cercanías, la carretera se abre entre las salinas Frank País y Cerro Guayabo, casi rozando al sur con los cercas perimetrales y torres de vigilancia de nuestra Brigada de la Frontera, Orden Antonio Maceo, esa que custodia día y noche el tramo de tierra trampeada que separa el territorio cubano del estadounidense.
A lo lejos, tras cercas, torres y vegetación, se vislumbra parte de la Base: algunas carreteras, los radares, los grandes “ventiladores” eólicos y hasta lejanas edificaciones; un recordatorio permanente de la prepotencia imperial, al cual es imposible mirar sin pensar en aquellos que sabemos son torturados y maltratados en su prisión, y en que distinto podría ser Guantánamo económica y socialmente si su bahía fuera totalmente nuestra.
Luego de superar las montañas de sal, los espejos de agua de mar, el curioso cementerio ubicado en medio de la salina, y la línea ferroviaria, se llega al último punto de control, que da paso a una de las arterias principales del poblado, que en línea recta te lleva hasta la misma bahía, que ya por esa zona se abre en ensenada.
Vivir en Caimanera me imagino que como en todo lugar, tiene cosas buenas y malas. Lo bueno, a mi criterio: la posibilidad de respirar el aire marino, pescar pescados de verdad, de esos que el mar impide que tengan sabor a tierra, lograr que la sal no falte nunca en casa, poder contar casi siempre en los mercados con productos industriales y alimenticios que allí casi nunca falta por ser un municipio especial, el hecho de cobrar un 30 por ciento por encima de tu salario por peligrosidad, y el orgullo de habitar en la llamada Primera Trinchera Antiimperialista.
Lo malo: el hecho de ser pueblo chiquito y todo lo que eso implica, el sol que castiga como si estuviera incomodo con los caimanerenses, el calor insoportable que es el que motiva que el nivel de evaporación y bajas lluvias del entorno hagan de sus salinas las mejores del país, el hecho de que hasta los baches cuando se llenan de agua cristalicen como sal, y que cada noche haya que dormir con el enemigo justo al lado.
Pero al final, la apreciación de un “extranjero” nacional, no tiene mucha validez. Por algo su gente vive allí y el poblado ha crecido más respecto a aquel que 1958 fue liberado por las tropas rebeldes del II Frente Oriental Frank País, o que en 1886 recibió una real orden de la Corona Española para proceder a la extracción de sal.
Desandar sus calles de tierra o pavimento, visitar una de esas tantas casas e instituciones que se levantan del agua sobre pilotes, bañarse en la playa Tokio, que a falta de arena tiene granito y muelle, sentarse un rato bajo la poca sombra del parque Martí a jugar domino, escuchar algo de música estridente o unirse a los recitales poéticos que se acentúan con la llegada del verano; son parte del itinerario a seguir para descubrir sus latidos pueblerinos.
Así es la Caimanera que yo conozco, la que descubrí de niño cuando por tozudez me inscribí a la Academia Náutica Provincial, la que visitaba antes durante las vacaciones en las pequeñas incursiones en su hotel junto con mi familia, o las visitas periodísticas desde que logré superar los estudios universitarios.
Para compartir parte de lo que vimos en una reciente visita, un grupo de blogueros, twiteros y activistas de las redes sociales en Guantánamo, aquí van algunas imágenes.
Reblogueó esto en mambiverdad.
Pingback: El ajiaco caimanero: un sabor muy diferente | Vitral de Cuba
Excelente crónica que me acerca a mi distante Pinar del Río. Gracias por las fotos. Espero en Mayo que juntos, toda la guerrilla, podamos visitar ese sitio. Un abrazo desde el oasisdeisa
1 hipocresia… EEUU acusa Rusia de robar Crimea de Ucrania y China de robar Tibet
De eso ellos viven, de acusar a otros de hacer algo malo, que solo ellos se creen que pueden hacer.
Me siento muy angustiado por lo que esta pasando mi pueblo Caimanera. Hace falta que
Construyan mas casas y le den pintura para armonizar el ambiente . Que se olviden de la
dichosa base naval que no es peligro ninguno para los que alli reciden y que pongan la
Jente a trabajar para que Halle empleo y Vivan un poco mas desaogado. Tanta politica
en un pueblito que lo han llamado hasta Zombie no es necesaria. Le hablo un hijo de ese pueblo. Jorge
Me parece que es cierto que a Caiamanera se le debe dar algo más de apoyo más allá de la comidad y el 30 por ciento obligatorio por arriba del salario. Lograr que tengan más opciones porque siempre me da la impresión que es un pueblito triste, caluroso y con sal hasta en los baches, pero opciones de empleo hay, a lo mejor limitadas porque no podemos llamarnos a engaño, Caimanera no es un municipio cualquiera, por allí se puede armar hasta una guerra inecesaria, por eso no creo que sea tanta política allí, sino cuestiones militares y de seguridad, en ocasiones no siempre para bien y creo que de eso se afecta no solo Caimanera sino toda la provincia que ve muchas veces como se limita su desarrollo. Yo lo principal que pido es que la base yanqui se vaya de allí, que ese territorio guantanamero ilegalmente ocupado regreso a la soberanía cubana y estoy seguro que entonces los más beneficiados serán los habitantes de Caimanera y Guantánamo como provincia toda, por las posibilidades de desarrollo que allí existen por las enormes condiciones de la bahía, la mejor del sur de Cuba, la salida al mar para la pesca, más sal y hasta turimso y recreación. Eso creo, y por cierto, la base naval si es un peligro aunque hace años desde allí no llegan provocaciones no deja de ser un recinto del enemigo, y no enemigo de palabrita, enemigo real desde siempre.
Me hubiera gustado ver una buena foto de la pasarela que limita al sur la parte cubana de la bahía, los que se encuentran en la lancha la estarían observando a estribor.