Por Adriel Bosch Cascaret
La falta de tiempo no me había dejado escribir, y aunque ya pasó una semana del bochornoso regreso de Cuba a la Serie del Caribe de béisbol, en este blog no podían faltar las consideraciones.
Hablar de la Serie no creo que ya pueda ayudar mucho. Yo respeto a Moré, y creo que el trató de escoger lo mejor posible según su criterio y el del cuerpo técnico de los Naranjas de Villa Clara, vigentes campeones nacionales y nuestros representantes en este retorno de la mayor de la Antillas a los clásicos caribeños de béisbol, después de 54 años fuera de un evento de la que Cuba fue fundadora.
Lo cierto, es que hubo ingenuidad, no se midió bien el nivel de los contrarios que armados hasta los dientes con lo mejor de sus ligas profesionales, incluyendo muchos jugadores que se desempeñan o pasaron por la gran carpa, van cada año dispuestos a llevar a sus vitrinas el trofeo del torneo caribeño y a sus arcas los premios en metálicos a los que Cuba como invitada no tiene ni remotamente el derecho a soñar.
Pero el meollo de nuestro mal desempeño no está en el hecho de que Villa Clara, bajo su viejo nombre de Azucareros, haya logrado ganar solo un juego gracias al brazo de Vicyo Odelín y una noche sin errores del resto de la tropa frente a Puerto Rico, mientras perdieron tres juegos ante Dominicana, México y Venezuela, este último enfrentamiento ganable sin lugar a dudas, aunque las victorias se ganan, no se merecen.
El meollo de nuestro mal desempeño está en el nivel real del béisbol que se juega en Cuba. Y no hablo de la calidad de los peloteros, pues muchos formados aquí, en nuestra maltrecha Serie Nacional, según llegan por cualquier vía a jugar en el extranjero y cogen el nuevo ritmo, lo hacen bien y son cotizados. No por gusto en la propia Serie del Caribe pudimos disfrutar del buen desempeño de cubanos en las demás novenas.
Hablo de la calidad en la forma en que se juega la pelota en Cuba, y la mala formación de la base. No es algo de lo que hablemos por primada vez, el primer post de este blog fue precisamente de pelota y de la necesidad de cambiar la estructura de la Serie casera.
Y cuando la dolorosa derrota en el Tercer Clásico Mundial, nos ampliamos a la urgencia de que los peloteros cubanos de forma legal vayan a otras ligas para adquirir experiencia y mañas jugando a otro nivel, con otras formas, además de poder echar algo de dinero en sus bolsillos; y también nos referimos a lo mal que se forma aquí la cantera: las categoría inferiores.
Nuestra Serie casera ¿jugando sobre la navaja?
Vamos por paso. Nuestra Serie Nacional se acerca más al romanticismo y capricho de mantener equipos representativos de cada provincia, que a la realidad de lo que nos urge para concentrar la calidad y levantar nuestro nivel.
16 equipos para once millones de habitantes es demasiado en grado superlativo, y más cuando las deserciones y salidas del país nos causan cuantiosas bajas en la las nóminas de los equipos, y solo pondré el caso de mis queridos Indios Guerreros del Guaso, que han visto irse a otros lares en los últimos años a sus cuatro principales lanzadores abridores (Colón, García, Elías, e Hinojosa), a su bateador más oportuno (Bailly), y ver sancionado por intentar fugarse al otro lado del mar, a su capitán (Cerse).
No miento, poder ir al estadio para apoyar a mi equipo local, me hace cada año vivir de cerca la gran pasión que es el béisbol para casi todos los cubanos, pero estoy conciente de la mala calidad actual de mi novena.
A lo mejor lo que hay es que acortar la Serie Nacional, y luego hacer otra especial con solo cuatro equipos integrados con lo mejor de todo el país, incluyendo técnicos y especialistas, así a lo mejor levantamos algo.
Si se dice que el béisbol internacionalmente se está moviendo a una velocidad y bajo parámetros para los que ya estamos desfasados, que esperamos para no solo para mandar peloteros allá, sino para recoger gran parte de los entrenadores y directores con buenos resultados que tenemos colaborando en otras naciones. Cuando se está tan mal en casa no se puede estar pensando más en la mejoría del vecino que en la propia.
La Comisión Nacional con los recientes cambios en la Serie Nacional demostró que se dieron cuenta de que había que variar, pero todavía no llegan a la raíz. Deben apretarse los pantalones y transformar de verdad nuestra liga del patio, sin miramientos mientras sea por una mejor salud de nuestro béisbol, aunque con Higinio al frente, esas modificaciones reales creo que no las veré llegar, creo.
Aquí va mi modesta propuesta: Una primera etapa de la Serie de forma Zonal: Oriente, Centro y Occidente en un todos contra todos a tres juegos. De ahí sacar dos equipos que escojan hasta 10 refuerzos de los otros eliminados por su región.
Con estos 6 hacer un todos contra todos a dos vueltas de tres juegos, de ahí los cuatro mejores a semifinal de siete juegos a ganar cuatro, y una final con igual cantidad de juegos.
Ahí se mantendrían los románticos 16 equipos. Una vez terminada la Serie se confeccionarían los cuatro equipos regionales que irían a liga especial a dos vueltas de cinco juegos. Los dos mejores jugarían la final de esa Serie especial. ¿Qué creen? Y por favor no digan como mi hermano Raúl del Pino que dice ya no creer en nada. Discrepen y den sus propuestas.
Buscar un norte
Nuestro norte magnético en el béisbol es mirar para donde mejor se hacen las cosas actualmente, pero paradójicamente ese lugar si está al norte pero allá no podemos mirar gracias al bloqueo de EUA que nos impide poder establecer canales legales con las Grandes Ligas (aclaro que me refiero con mirar a hacer acuerdos institucionales, pero si debemos y queremos ver jugar a lo mejor sin miedos televisivos a poner los equipos donde los cubanos que han desertado o se han marchado se desempeñan).
Entonces, tenemos que buscar el norte en otro lugar, y eso lo representan las distintas ligas profesionales de Venezuela, México, Puerto Rico, Dominicana, Japón, Korea, y cuantas con buen nivel u otra forma de jugar existan, solo así podremos traer a casa las formas, mañas, técnicas, y tácticas que se mueven a nivel internacional, sin contar que la posibilidad de ganarse algo de dinero sin renunciar a nada, estimulará la permanencia aquí de los nuestros y frenará un poco el éxodo.
Además, sus pequeños aportes de lo que ganen, que debe ser una cantidad justa y no abusiva como suele ser, se podría emplear en el desarrollo del propio béisbol, en la compra de accesorios y en la atención a los atletas y a las generaciones en formación.
Sin base no hay superestructura
Claro que esa lógica se aplica a la economía política pero lo viene como anillo al dedo al deporte y a casi todo en la vida. Cuantas veces hemos visto a nuestros equipos ya sea en la serie Nacional o en torneos foráneos perder por correr mal las bases, no tirar o batear hacia donde debían, no lograr tocar la bola con efectividad, entro otros errores tácticos y técnicos.
Si se mira hacía la formación de peloteros en las categorías inferiores ahí mismo uno descubre donde está el problema. No se puede practicar y saber hacer con naturalidad lo que no se aprendió bien en las edades iniciales.
Para lograr esa atención real a las categorías infantiles y juveniles, se debe comenzar por poner buenos especialistas a atenderlos, entrenadores que puedan mostrarles el ABC del béisbol actual (vuelvo a mirar hacia lo que tenemos colaborando afuera, porque los de adentro conocen el viejo ABC del béisbol cubano sin mucho de lo nuevo), y lograr reales mecanismos de captación que vayan a los barrios citadinos y rurales buscando prospectos.
En esta misma cuerda se debe dar mayor atención a las ligas escolares y juveniles en cuanto a implementos y accesorios deportivos (he visto finales de torneos municipales en Guantánamo donde los dos equipos juegan con los mismos guantes por posición, petos, los mismo dos cascos y bates y tres pelotas, y los muchachos jugando vestidos y calzados de acuerdo a la posibilidad económica de sus padres. Así no podemos hacer la guerra); y organización de los propios torneos donde topan y a la concentración de la calidad desde esas tempranas edades, para darle a los mejores un especial cuidado (incluyo alimentación y estímulo moral).
Aquí trato de poner algunas ideas sin mucho orden, aproveche una pequeña brecha de tiempo y trate de aglomerar pensamientos en un post, a lo mejor sin tanta profundidad estadística o conceptual, pero si devenida de la poca experiencia de alguien que sigue y vive el béisbol, que lo siente como pasión propia y que sufre cada caída de nuestro béisbol frente al mundo, por desgracia tan usuales en los últimos años.
Cambio de mentalidad y de prácticas, hacer sin miedos, sin ideas de cerco, de ataque, pensar solo en el desarrollo, en el avance, en crear un futuro cierto, solo así veremos luz al final del camino.
Termino por ahora de hacer leña de un árbol caído al que que todavía no se le ven retoños.