Por Adriel Bosch Cascaret
Mi queridísima Universidad de Oriente cumplió el pasado 10 de octubre, 65 años de vida. Las imágenes de las festividades y homenajes en la gran Casa de Altos Estudios santiaguera, me hizo rememorar aquellos cinco años en sus aulas y su beca, aquellos años que me hicieron profesional sin yo tener que pagar los estudios, a pesar de ser pobre y mestizo.
La Universidad de Oriente, la querida escuela de Vilma Espín y Pepito Tey, la segunda de Cuba después de la de La Habana, la gran formadora de más de 50 mil licenciados e ingenieros de las provincias del este del archipiélago, la creadora de pensamiento en la llamada cuna de la Revolución, en la ciudad donde la heroicidad se palpa y respira en cada esquina y barrio.
A Santiago de Cuba como estudiante llegué en septiembre del 2006. Era una urbe que ya conocía bien, pero todo lo nuevo vendría convoyado dentro de la propia UO.
Aquella beca que pretendía custodiar la ciudad desde la altura de Quintero y en donde se fundían lo malo y lo bueno. Su cafetería de mala muerte que no saciaba el hambre pero contribuía a alivianar el leonico rugir estomacal; los baños colectivos plagados de descuidos y pestilencias; el comedor con sus alimentos pocos, malos, pero seguros; la plaza donde todos se sentaban a conversar, jugar dominó, fútbol, baloncesto, pelota, escuchar la radio base o bailar con el sonido de una simple grabadora o con los equipos en una gran recreación.
Y ni hablar de los cuartos, santos padres de la convivencia, prueba permanente a la paciencia y el entendimiento. Allí, donde se fundían la gente con los más diversos gustos culturales, políticos y sexuales, donde se mezclaban diversos sonidos: los musicales de aquel rockero, del rapero, el reguetonero, del culturoso; el freír de comidas para mejorar la ración diaria, la televisión con un juego Santiago-Industriales a todo volumen, la discusión acalorada de algún piquete por cualquier bobería, y los claros sonidos jadeantes de amantes en plena acción lujuriosa que hacía chirriar y hasta caminar a las desvalidas literas.
Pero sin dudas la reina de la beca, era la mamá escalinata, así lo confirman sus ciento y tantos escalones, su primeriza oscuridad y luego su excesiva iluminación, los ríos de agua que bajaban cuando llovía como clara muestra de construcción mal proyectada, los chiquitos aquellos que en pandilla asustaban a nuestras muchachas, los custodios cuadrados y aquel señor de los chivos que no sé como, se llevaba con todo el mundo. Y ni hablar del tanque encima del cual mi grupo hacia sus peñas, y en donde las descargas sexuales encontraban sede cuando los cuartos no daban abasto.
El flamante grupo de periodismo:
Mi grupo era especial, eso que nadie lo dude. Entre sus 27 estudiantes llegados desde Las Tunas, Granma, Santiago y Guantánamo, confluían diversos intereses políticos y culturales, y la amistad verdadera brotaba aunque solo en grupos bien delineados.
Lo mejor que tenía el flamante grupo de periodismo, como nos llamaba cierto profesor que casi ninguno soportaba, sin dudas fueron sus personajes: el Nairo como punta de lanza, con su andar rápido, su ajetreo y enredo constante, y su forma natural y especial de ser, siempre dispuesto a ayudar; Yelo, el Sancho Panza, el bromista, el buena gente, siempre anunciando las buenas hijas que daba (aunque todos sabemos que su niña salió a su madre, jejeje) y que vivía en Las Vegas de Cuba (Veguitas, Granma).
No pueden faltar en la lista; Liliana e inteligencia superior y cualidades para leer el futuro desde una mano; Leyé, la sensual voluminosa; Carmen, la del carácter feroz, las gesticulaciones prominentes, y la sonrisa divina; Yisell y sus ocurrencias; Lianet y su Yulieski que aun no le hace la pincha que ella quiere; Dunia, la inolvidable, la única, la que se auto apaga y auto enciende a la hora de fiestar e inventar; Yadiana, la mejor de todas las flacas, la de la voz orgásmica, la compañera de investigaciones; Adriana, la amiga, sincera ante todo, amante de los peloteros, hasta donde sé, solo en pensamiento.
La lista es larga y cada uno formaba parte inseparable de un todo: Rolando con sus polémicas, Enrique y sus infamias, Saray con su natural encanto femenino, Lisandra con su Yousa inseparablemente, Yalién y Lourdes, tranquilas pero picantes, Elena la imponente que venía de Las Tunas y no de Troya; Claudia, la más bella, con su rostro angelical y su arsenal frontal potente, Yanet la quieta del Salado por la que valía la pena salarse, la china Yailín con sus encantos ocultos solo ante sus ojos, Yaniuska estudiosa como nadie y apegada a Yoannis como chicle a la pared, Lidiuska la rompe corazones, María la loca buenota, Miliurkis la rápida de San Antonio, y Roxana la mulatona del Caney.
Lo mejor de la UO:
Lo mejor de la UO, era su movimiento cultural y deportivo. De seguro así pensamos muchos de los que vivimos todas sus actividades.
Durante los juegos interfacultades Mambises, la adrenalina brotaba y un corre corre de un área deportiva a otra embargaba a aquellos pocos que sacábamos la cara por nuestra facultad de Humanidades.
Esos juegos que me hicieron, por aportar mi granito lo mismo fajarme en judo, el taekwando, que ser portero del fútbol, capitán del kikimboll, lanzador de balas en el atletismo, maratonista y tantos otros deportes donde me metí más por fuerza de cara que por calidad y dominio.
Y qué gente buena era la de ese piquete, desde la Katy que removía las gradas al ritmo del coro para que caminara eso, Angelito el multioficio, Franco, Joel y Orlando dominando en el fútbol, y todos esos héroes humanistas: Juan Gabriel, Yonnis, Michel Manuel, Carlos Manuel, Dímelsa, Luís Ángel, Franco, Alís María, Lisandra, y muchos y muchas tantas.
Y de las galas ni hablar. Era toda una compañía con Nueva Era como grupo danzario y punta de lanza. Paqui, Yisel, Juan, Carlos, Yonnis, Michel, Diogle, Nairo, Roly, Saray, Dunia, las muchachas de Historia del Arte siempre apoyando, las voces de Gavino, Lina, Yunior, Fred, y demás, la conducción acertada de Robert y Katy, y las simpáticas situaciones de los grupos, primero ETCETERA, y luego Di Tú con Osleisys, Alejandro y Raciel como pintores de realidades.
El resto no menos importante:
La UO constituyó el estudio fuerte, el leer mucho, el escribir más, la superación constante, los profesores buenos y malos, la excesiva filosofía, los grupos de arriba y los de abajo.
Los labarotarios de computación pocos y con horarios apretados, las aulas con sus paredes intermedias de papel allá en la Siberia, las fiestas desde el Cheo de Antonio, al Hallowen inventado por Lengua Inglesa, las peñas, las recreaciones, los conciertos, las incursiones de Locomoción que calentaban cualquier pista, los viajes a la playa, al Morro, el no salir del Coopelia, Enramada arriba y Enramada abajo, las bailoterapias en Ferreiro, los Feotur cuando existían, en fin tantas cosas.
No faltan en este recuento los eventos constantes, los científicos, los docentes como HAVMUN, Puentes y ONUCaribe, el recorrer Cuba sin ton ni son. Los Festivales de Cine Latinoamericano, Romerías, Fiestas del Fuego, la Radio Universitaria, etc.
También las marchas estudiantiles, los trabajos voluntarios en Coopelia, la recogida de café en las montañas de Songo La Maya, y los actos políticos culturales del propio devenir de la sociedad santiaguera.
De la FEU no voy ni ha hablar, ese fue mi todo. Los aguerridos compañeros de mil batallas, preparando todos los procesos, incomprendidos por algunos, por los inmóviles, queridos por muchos, por los que hacían, pero trabajando de forma útil y necesaria.
La UO, fue mi gran escuela de periodismo, aunque ahora, después de un año en la práctica es que voy dando verdaderos pasos profesionales. De la Universidad de Oriente, de mis vivencias, podría decir mucho más si el tiempo me diera para eso. Este es mi pequeño homenaje a ella en su aniversario, a los amigos que hice, a los que lucharon a mi lado, a los profes que bien o mal me enseñaron, a la rectora Martha por ser guía y por su belleza, a mis viejos Mercy, Fonseca, Guash y Cardozo.
Felicidades UNIVERSIDAD de ORIENTE en tu día, que la pases con tu gente en paz y armonía, que cumplas muchos más años de vida, felicidad, felicidad, felicidad.