Revolución cubana
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Hay quienes logran contener la emoción y el dolor y otros no pueden evitar el llanto. Hay muchas formas para que la gente con humanismo, de bien y sobretodo las revolucionarias, expresen su sentir ante el fallecimiento de Fidel Castro, nuestro Comadante en Jefe.
Hoy se llora, pero desde hoy mismo se levanta el compromiso con mantener su legado, su pensamiento, su gran obra, que no es otra que la propia Revolución, que en realidad no es solo suya, sino de todos y todas.
Aquí va una muestra de lo que digo en las imágenes del homenaje guantanamero en la Plaza de la Revolución Mariana Grajales. Las fotos son de mis colegas Lorenzo Crespo Silveira y Leonel Escalona Furones. ¡Tanto dolor no se inventa, se gana!
No hacen falta muchas palabras, Desde este lado de la isla está de fiesta, el motivo, los 55 años de vida de mi Revolución Cubana. En este nuevo año espero que mi Cuba siga avanzando, y a usted lector de este sencillo blog, le deseo salud, suerte, amor, prosperidad y muchas cosas buenas. Nos vemos por aquí.
Texto y fotos: Adriel Bosch Cascaret
Ando por mi Guantánamo sin miedos ni inseguridades. No ando armado, ni espero que nadie me amenace con una pistola al doblar la esquina. Ando y me siento tan libre como soy.
Se que en otros lugares del mundo, caminar simplemente por las calles a cualquier hora del día puede ser peligroso para la vida propia. Mientras, aquí, en la Cuba supuestamente carente de libertad como dicen los grandes y manipuladores medios internacionales, algo que no falta es la seguridad, como tampoco lo hacen la educación, y la salud, a pesar de que estas últimas tienen sus manchas, pero siempre se encuentran presentes y disponibles por igual a todos.
Camino y veo mi ciudad, esa que mezcla los inventos constructivos de sus habitantes para apalear los problemas con las viviendas, junto con los deterioros de un pasado neocolonial vistoso en arquitectura en el centro histórico, excepto en la Loma del Chivo, barrio hoy portador de tradiciones franco-haitianas y conocido por sus guapeadores habitantes, y antes del 1959: mar de prostitutas apostadas en cada esquina para entretener a los yanquis provenientes de la cercana Base Naval norteamericana, una muestra sencilla de los pobres valores que promulgaba aquel sistema social con el cual rompieron los barbudos hace 54 años atrás.
Camino mis calles, y me siento grande, y veo un grupo de niños jugando en un área deportiva, varias viejitas haciendo ejercicios en el parque, y un sin fin de gente con caras de fatiga, rumbo a sus casa o ha quién sabe donde, después de un extenso día laboral.
Desando, y veo vecinos conversando, aquella gorda pidiendo una aspirina para el dolor de cabeza a la flaca del barrio, y la chismosa del CDR dándose un buchito de café en casa de la que dice estar contra todo esto, o por lo menos eso simula para poder recibir el dinerito que por cada acción superficial le mandan los gusanos del Norte.
Veo esas cosas, y aunque parecen simples, me ratifican que los valores que ha sembrado la Revolución siguen vigente a pesar de las deformaciones llegadas con las crueldades del Período Especial y sus innumerables limitaciones, y la tanta televisión y cine basura que llega desde “afuera” para vender a la juventud y a todo el que se haga el tonto, un mundo exterior que en verdad solo es real para unos pocos.