Así amaneció la ciudad del Guaso: pregoneros por todas partes con ansias de vender sus flores vociferando aquella oración pegajosa -«flores pa´ los enamoraditos»-; apresurados estudiantes que intentaban ser los primeros en llegar al aula y obsequiar un presente a la novia, a la amiga o a su maestra; otros merodeando desesperados las Tiendas Recaudadoras de Divisas en busca del gran regalo; todos con el mismo fin, pues hoy es un día especial, es el día del amor.