Por Adriel Bosch Cascaret
Fotos: Lorenzo Crespo Silveira
Llegar a Vega del Jobo es toda una aventura. Primero se tiene que subir el viaducto La Farola hasta su cúspide, Alto de Cotilla, dejando atrás la seca franja sur del municipio Imías y paisajes impresionantes que causan vértigo.
Ya allá arriba, donde el resto de las lomas se ven en paralelo y las más mediocres quedan relegadas en altura, un viejo camino se desvía a la izquierda para buscar de forma abrupta el centro del lomerío, la raíz de los bosques que desde el viaducto se ven en picada como una vistosa manta verde al fondo del precipicio.
El vial deja entrever hermosos parajes matizados por pinos, palmas reales, cedros, majaguas, azulejos, helechos gigantescos, pequeñas flores multicolores, y las plantaciones de albaricoque que casi silvestres tratan de quitarle espacio a los cafetos y cacaoteros, sostenes de la vida productiva y económica de los lugareños.
A mitad del transversal descenso, Vega del Jobo empieza a mostrar su ubicación en el abismo al hacer brillar a la luz del sol los techos de zinc, donde al arribar después de tanta caída, uno tiene la sensación de llegar al mismísimo centro de la Tierra.
La fiesta
Era sábado 19 de julio y desde temprano el poblado de Vega del Jobo, a 45 kilómetros de la capital municipal y 127 de la ciudad de Guantánamo, y cercado por lomas de entre 500 y mil 180 metros de alto, era puro movimiento. El motivo: ese día llegaría hasta allí el Festival de Juegos Tradicionales del Plan Turquino promovido por el proyecto Por una vida sana, de la Dirección Provincial de Deportes.
En espera de los visitantes, en los exteriores de la bodega del pueblo se fue armando el festín deportivo, y para “hacer tiempo” comenzaron a competir con juegos didácticos y de mesa. Algunos cuentapropistas, que tampoco pierden protagonismo entre aquellas montañas, armaron sus andamios para vender golosinas y saladitos.
Sobre el mediodía, con una demora de más de tres horas, los especialistas y directivos del INDER en el municipio y la provincia, la prensa, y los integrantes del grupo musical Estrella Roja, aparecieron sobre un camión, apilados y maltrechos por los embates del “astro rey” y los retos del exigente vial de acceso.
Sin sacudirse el polvo del camino, los recién llegados desembarcaron el equipo de audio y los implementos de recreación física, y ahí mismo, en apenas minutos se armó la fiesta deportiva que reunió a buena parte de los 954 habitantes de esa comunidad, y algunos aventureros que fueron desde Jobo Arriba, Cotilla, Yumurí, Palma Clara, Batea, Veguita del Sur, El Bagá, Manaca, Lagunita, Los Hoyos de Sabanilla, entre otros asentamientos vecinos.
El primer turno le tocó a las competencias con pelotas y a varias modalidades de tracción de la soga. Luego, en orden y sin dar respiro, se desarrollaron las lides de arrancarle la cabeza al pato y corrida de cintas en caballitos de palo, rajar la leña, escalar el palo encerado, boxeo con los ojos tapados, cortar el fruto del cacao, subir la mata de palma y desmochar el palmiche, trepar la mata de coco, boleo del mulo y el buey (ajustar la carga), y tostar, pilar y colar café.
Ya cerrando la tarde, y antecedido por la bailoterapia, fue momento para el Torneo La Criolla, con la participación de más de 30 vaqueros, que aparte de desfilar, compitieron en la corrida de cintas, arrancarle la cabeza al pato, y ensillar y montar a caballo.
Ese día, entre las opciones de entretenimiento no faltó la exhibición de platos típicos (bacán perdido, tulanga, coquíriqui, enchilado de camarones con guapén y leche de coco, enchilado y arroz con jaiba, frutas, y varios dulces caseros), la interpretación de trovadores y cantantes locales, el mini concierto del grupo Estrella Roja, oriundo de Veguitas del Sur, y la presentación por niños e instructores de arte de la comunidad del baile de La Guanajá, típico del municipio Imías y nacido en la segunda mitad del siglo XIX para alegrar las fiestas campesinas.
Los protagonistas:
A Juan Carlos Laffita Gamboa la inquietud se le nota hasta en el rostro. Tiene once años y aunque afirma no haber hecho nada de eso antes, en el Festival de Vega del Jobo, ganó en la corrida de cintas y en arrancarle la cabeza al pato en caballito de palo, en el boxeo con los ojos vendados, en la tracción de la soga, y fue segundo en escalar el palo engrasado.
“Lo de nosotros es ir para el río, encaramarnos en las matas, el topado, los escondidos, por eso hoy no me he perdido la oportunidad de divertirme con todas las opciones que trajeron, pues este tipo de cosas aquí vienen muy poco”, dice Juan Carlos, mientras su hermano Daniel Alejandro, doce meses menor, confirma sus palabras con el movimiento positivo de la cabeza.
Por su parte, para Bernardo Laffita Romero, la pica del cacao forma parte de su vida diaria. “Hoy solo mostré lo que hago siempre, cortar el cacao para la despulpadora con calidad de primera”, dijo el viejo campesino con 58 años de 68 dedicados a la producción cacaotera, que pese a su vasta experiencia no pudo con los 38 abriles de “Picante”, apodo con que se conoce a Máximo Samón Barbán, ganador de esa modalidad e hijo de otro viejo campesino con buen resultados en dicho cultivo.
También sobresalieron en el Festival son los hermanos Francisco Gainza Romero y Tomás Gainza Rojas, uno campesino y el otro caminero, por ese orden, que aparte de bailar sin complejos, demostraron ante sus vecinos que hacha en mano son rápidos y efectivos para cortar leña. “Lo hacemos de vez en vez desde niños, por eso estamos acostumbrados”, refiere Francisco, el campeón.
“Esto es una oportunidad única para nosotros. Por lo general tratamos de llevar ofertas recreativas a los diversos caseríos, con lo que tenemos en el propio Consejo Popular, donde de forma dispersa habitan 2 mil 216 personas, pero la distancia y los pocos recursos dificulta dicha gestión, por eso saber que venían técnicos y especialistas de Guantánamo e Imías, impulsó a bajar a la gente”, explica Biosmelvis Hinojosa Romero, presidenta del CP Vega del Jobo, integrado por más de siete comunidades, en las que existen tres consultorios médicos, ocho escuelas primarias, una secundaria, dos salas de televisión, y una clínica estomatológica, entre otros servicios.
Por similar motivo Vilmayda Machado Londres, presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Imías, catalogó la primeriza visita de este proyecto como un suceso trascendente que debe repetirse y tener réplicas a nivel barrial por su impacto en la recreación en el lomerío, algo que adquiere mayor importancia en el territorio imiense, donde el 93 por ciento de su geografía es montañosa.
El Proyecto:
Según Eddy Caraballo Robert, jefe del Departamento de Recreación Física en la Dirección Provincial de Deportes, el proyecto Por una vida sana surgió en abril último para potenciar el rescate de los juegos tradicionales en las zonas del Plan Turquino, y mostrarle a las direcciones deportivas de los diferentes municipios la forma correcta de implementar, loma adentro, este tipo de oferta recreativa, en coordinación con las organizaciones e instituciones presentes en cada sitio.
“Donde hemos ido, el INDER ha puesto los implementos y fuerza técnica, y los factores del lugar escogido, aportan la convocatoria popular. Las competencias se ajustan a las características de cada comunidad, en fuerte vínculo con lo que hacen día a día sus pobladores”, asegura Caraballo Robert, también encargado del proyecto que ya ha visitado a Hatibonico (Caimanera), La Caridad de los Indios (Manuel Tames), Boca de Jauco (Maisí), Casimba de Filipinas (Niceto Pérez), Monte Verde (Yateras) y Puriales de Caujerí (San Antonio del Sur).